domingo, 29 de noviembre de 2009
The Silence of the Whales
El bombardeo mediático centrado en el consumismo puede volvernos paranoicos incluso en las situaciones menos esperadas. Un día ves un spray que hace crecer el cabello; otro día un cuchillo que pica palmeras y cables; después, un bombillo que no se rompe, etc.
La cosa es que el otro día me estaba bañando para ir a trabajar y me dispongo a buscar el champú (ahora la vaina es medio compleja porque hay champú para hombres, y si usas el otro, el tipo de la propaganda te va a decir que eres pargo), de repente me atacó el pánico al ver que había una vaina que decía champú con placenta de oveja y un baño de crema a base de esperma de ballena. Sentí el mismo temor que puede sentir una carajita que pasó el fin de semana sola con su novio mientras sus padres estaban en la parrilla del cumpleaños del abuelo en Anaco y está asustada porque no sabe si quedó preñada. Pues así fue. Sentí repentinamente aquel temor por quedar preñado y sin mi consentimiento. ¿Qué carajo puede salir de una ballena con una oveja? ¿Iba yo a servir de vientre alquilado para tal aberración de mercado? ¡Ni loco, caballo! Me vino a la mente la imagen más tragicómica de todas: una ballenita con cachitos y llena de cotufitas de lana jejejeje. Para remediar la situación y evitar cualquier aparición en un periódico amarillista decidí hacer lo que cualquier otro macho radical hubiera hecho: me bañé con jabón azul y me fui pal carajo.
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