domingo, 29 de noviembre de 2009
Cántame algo ahí
Si usted no está familiarizado con la profesión de intérprete ni lo que este término implica en todas sus acepciones, seguramente pensará en la más común de todas: cantante (jejejejeje risa jocosa).
Mi caso particular es ser intérprete de conferencias y no cantante. Créanme que no tengo talento para cantar y lo digo con propiedad porque puedo notarlo en la cara de mis amigos cuando decido, aunque sea en juego, hacerlo. En fin, mi trabajo se relaciona con los idiomas y mi misión es, como dice un gran amigo, hablar con propiedad de cualquier tema como si fuese un experto aunque no sepamos nada de lo que se dice (jejejej otra risa jocosa).
Nunca había pensado en una posible confusión relacionada con la palabra interpretación porque automáticamente la asocio con idiomas y traducción; sin embargo, he sido víctima de sus otras interpretaciones. Una vez iba caminando por la plaza de los museos en Bellas Artes en Caracas y me encuentro de frente con un conocido. Las demostraciones de afecto no se hacen esperar entre el bullicio y el gentío que iba y venía. Nunca pensé que ser intérprete despertara tantas pasiones especialmente cuando tu amigo te dice: ¡Vaya! Qué bueno que estás trabajando en este foro. ¿A qué hora vas a tocar? No me había percatado de que portaba mi credencial que decía intérprete (la verdad decía interprete porque casi nunca le ponen el acento y creo que mi amigo tampoco lo notó). Me pregunté inmediatamente: ¿cómo sabe que toco un instrumento? Mi respuesta automática fue reír mientras trataba de pensar en una respuesta coherente que no me dejara en ridículo como cuando alguien nos pregunta: ¿recuerdas cómo me llamo, no? Y la respuesta es un contundente “por supuesto” cuando la verdad no es así. “¿Vas a cantar, no? Ahí dice intérprete” –sin acento- creo que mi cara me delató al no comprender la primera pregunta y al mismo tiempo dejó ver mi asombro y mi risa. “No, hermano (jejejeje risa jocosa) soy traductor e intérprete. Tú sabes, idiomas y esas cosas”. “Ah claro. Nos vemos” dijo con pena y cara de trágame tierra.
El hecho pasó como si nada. Siempre me reía de lo que me había pasado hasta el día en que se hizo costumbre la bendita confusión.
Un día llegué a un hotel capitalino a interpretar en una conferencia sobre asuntos bancarios, en la entrada del salón se encontraba el respectivo grupo de protocolo entregando las credenciales y revisando listas. Recuerdo haber encontrado a un amigo que cantaba en el coro de una de las instituciones invitadas y estaba apurado porque ya tenían que entrar a ensayar. Después de dejarlo, me dirijo con cara de intérprete al lugar donde se encuentra la joven de protocolo quien amablemente me recibe con un “Buenos días ¿En qué le puedo ayudar?”.
-Hola, soy uno de los intérpretes de la conferencia.
-¿Intérprete?
-Sí, de parte de fulano de tal (para no comprometer a nadie).
-¡Ah usted es de la coral! Pase señor que ya están ensayando el himno….
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario